La sensación de que el tiempo se acelera con la edad es un fenómeno que muchos experimentan, pero pocos entienden. La ciencia ha dedicado años a investigar por qué, a medida que envejecemos, los días parecen más cortos y los años se desvanecen sin que nos demos cuenta. Desde teorías psicológicas hasta procesos biológicos, descubre qué hay detrás de esta percepción y cómo podemos cambiarla.
LA TEORÍA PROPORCIONAL DEL TIEMPO Y SU IMPACTO EN LA PERCEPCIÓN
A lo largo de la vida, nuestra percepción del tiempo sufre notables cambios. Mientras que en la niñez los días parecen eternos, en la adultez el tiempo parece volar. La teoría proporcional del tiempo, propuesta por el filósofo francés Paul Janet, sugiere que esta percepción se debe a que cada año representa una fracción menor de nuestra vida total a medida que envejecemos. Para un niño de cinco años, un año es el 20% de su vida, mientras que para un adulto de cincuenta, apenas representa el 2%, haciendo que el tiempo parezca menos significativo.
Esta teoría, aunque poderosa, no es la única explicación. La psicología y la neurociencia apuntan a que la actividad cerebral, la rutina y la falta de nuevas experiencias también juegan un papel crucial. A medida que envejecemos, nuestro cerebro procesa la información de manera diferente, lo que influye en cómo experimentamos el paso del tiempo.
LA RUTINA Y LA FALTA DE NUEVAS EXPERIENCIAS ACELERAN EL TIEMPO
La vida adulta suele estar dominada por la rutina, lo que puede hacer que el tiempo pase más rápido. En la niñez, cada día está lleno de descubrimientos y momentos emocionantes, desde aprender algo nuevo hasta vivir aventuras cotidianas. En la adultez, los días se vuelven más monótonos y predecibles, lo que lleva a una percepción de que el tiempo transcurre más rápidamente. Según la psicóloga Cindy Lustig, de la Universidad de Michigan, la repetición diaria agrupa los días similares en la memoria, haciendo que semanas y meses se sientan como un solo bloque de tiempo.
Además, estudios sugieren que los adultos tienden a recordar menos detalles de los eventos rutinarios en comparación con los momentos llenos de novedad. Esta falta de nuevos estímulos puede contribuir a la aceleración percibida del tiempo, ya que el cerebro no tiene tantos eventos memorables para anclar sus recuerdos.
ENVEJECIMIENTO DEL CEREBRO Y LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO
Otro factor importante es el envejecimiento del cerebro. Investigadores como Adrian Bejan, de la Universidad de Duke, han propuesto que la disminución de la capacidad del cerebro para procesar nueva información hace que los días parezcan más cortos en la edad adulta. En la juventud, el cerebro absorbe información rápidamente, lo que hace que los días se sientan más largos y llenos de contenido.
Con el tiempo, la velocidad de procesamiento del cerebro disminuye, lo que puede dar la sensación de que los días y los años pasan más rápido. Esta teoría se complementa con los hallazgos de la física moderna, como la dilatación del tiempo propuesta por Albert Einstein, que aunque es más relevante en la teoría que en la práctica cotidiana, subraya la complejidad y la subjetividad de cómo experimentamos el tiempo.
La percepción del tiempo no solo depende de la edad, sino también de cómo interactuamos con el mundo y las experiencias que elegimos vivir. A medida que avanzamos en la vida, entender estos factores puede ayudarnos a valorar más cada momento y, quizás, a encontrar formas de desacelerar nuestra propia percepción del tiempo.
