La diabetes tipo 2, tradicionalmente asociada a adultos, está mostrando una tendencia alarmante al expandirse rápidamente entre niños y adolescentes.
Esta situación, que se ha intensificado en las últimas décadas, fue subrayada por un reciente artículo de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) que destaca las diferencias críticas en la diabetes tipo 2 infantil, incluyendo una progresión más rápida hacia la falta de producción de insulina y la aparición temprana de complicaciones serias.
La Asociación Americana de Diabetes (ADA) ha proyectado un aumento dramático en los diagnósticos entre los jóvenes, lo que podría representar un incremento del 700% en los casos si las tendencias actuales continúan.
Expertos atribuyen el aumento de la diabetes tipo 2 en jóvenes a varios factores interrelacionados. La creciente prevalencia de obesidad en la juventud es uno de los principales impulsores. Con tasas que se han más que duplicado en los últimos 30 años, la obesidad infantil ha creado un entorno propicio para el desarrollo de condiciones metabólicas como la diabetes.
Además, cambios en la dieta y el estilo de vida, como el aumento del consumo de alimentos ultra procesados y la disminución de la actividad física, especialmente exacerbada durante la pandemia de COVID-19, están contribuyendo significativamente al problema.
IMPACTO A LA SALUD
La diabetes tipo 2 en esta población joven no solo presenta un deterioro más rápido de la función pancreática, sino que también predispone a los afectados a complicaciones graves a una edad temprana, como enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal y problemas de visión.
Además, existen desigualdades étnicas y socioeconómicas significativas en la prevalencia y manejo de la enfermedad, con jóvenes de grupos étnicos minoritarios enfrentando mayores desafíos para acceder a tratamientos efectivos y mantener un control adecuado de su salud.
La ADA y otros expertos están instando a una acción inmediata para revertir estas tendencias preocupantes. Se enfatiza la necesidad de promover estilos de vida saludables desde la infancia, mejorar el acceso a alimentos frescos y nutritivos en todas las comunidades, y asegurar que se realicen pruebas de detección temprana en jóvenes en riesgo.
