El cáncer es una guerra entre entre el tumor y cuerpo humano. El sistema inmune detecta células cancerígenas por las proteínas de su superficie y envía linfocitos para destruirlas. El tumor responde secretando enzimas que le arrancan las proteínas superficiales y así sigue desarrollarse de manera desapercibida.
Pero Investigadores del Dana-Farber Cancer Institute y Harvard Medical School (EEUU) han desarrollado anticuerpos que se pueden adhier a estas proteínas características del cáncer para impedir su degradación. Con los anticuerpos adjuntos, los tumores no pueden deshacerse de las moléculas que los delatan y caen presa de las células inmunes.
En ratones con varios tipos de cáncer, incluidos melanomas y de pulmón, este tratamiento con anticuerpos ha tenido éxito en promover la infiltración de linfocitos NK (también llamados células asesinas) en los tejidos afectados y frenar el crecimiento de tumores y metástasis, según informa esta semana la revista Science.
Los científicos señalan que los anticuerpos están diseñados para acoplarse a las proteínas superficiales del cáncer por el lugar exacto donde se llevaría a cabo su escisión, pero al mismo tiempo no interferir en el reconocimiento de las mismas por las células asesinas.
Los investigadores afirman que una vez se refinen las características de este nuevo tratamiento, para evitar efectos secundarios en humanos, podrían emplearse para desarrollar una nueva clase de inmunoterapias contra el cáncer.