En las congestionadas intersecciones de Lima, los 60 segundos que duran los semáforos en rojo se convierten en un escenario improvisado para artistas callejeros como David y su esposa. Ubicados en la intersección de jirón Quilca, cerca de una estación del Metropolitano en Cercado de Lima, esta pareja deleita a los transeúntes con malabares y acrobacias. David, quien dejó su empleo de conductor para dedicarse a los malabares, expresa su pasión por el arte que le permite sostener a su familia.
Mientras tanto, en otro semáforo que otorga 129 segundos de espectáculo, Douglas y su equipo de breakdancers aprovechan el tiempo extendido para demostrar sus habilidades, perfeccionadas a lo largo de 12 años. Estos jóvenes artistas, que comenzaron a bailar en parques y se entrenaron a través de la práctica constante, encuentran en el breakdance no solo una forma de expresión, sino también una manera honrada de ganarse la vida.
Estos artistas, enfrentándose diariamente al desafío de realizar su acto antes de que el semáforo cambie a verde, no solo buscan ganarse el sustento sino también compartir un momento de alegría.
A través de su arte, convierten cada interrupción en el tráfico en una oportunidad para diseminar sonrisas y demostrar que, en la caótica rutina limeña, aún hay espacio para la magia.