Reuniones en bares clandestinos y hasta fiestas en nido se siguen registrando en nuestro país después de la tragedia en Thomas Restobar en el distrito de Los Olivos. Ahora, los festejos y celebraciones suenan con más fuerza propagando el letal virus.
Las fiestas después de lo sucedido en la discoteca clandestina, la indiferencia celebrada y contagios en series es el panorama que se vive en distintos distritos de nuestra capital y que, pese a las exorbitantes cifras de infectados y fallecidos por COVID-19, una parte de la ciudadanía sigue desafiando a la pandemia.
Pese a las prohibiciones del Gobierno, en la que aún no están autorizadas las reuniones sociales, los encuentros se promocionan a través de las redes sociales, en donde se publica la ubicación y los asistentes participan previa llamada y pago.
Las casas son acondicionadas para incumplir el toque de queda. Las habitaciones son estrechas y el aforo y distanciamiento social son conceptos olvidados, mientras se garantice las bebidas alcohólicas, los participantes pueden hasta amanecer festejando.