En el Callao entre disparos y sangres algunos niños crecen ensombrecidos por la feroz delincuencia y el hambre de poder mediante las armas. Tres bandas delincuenciales del primer puerto que se juraron la muerte, alzaron como único cabecilla a un joven que se descubrió criminal a los 17 años.
El criminal identificado como Jefri Herrera Sánchez le decían "lacra", porque entre toda la nueva generación de delincuentes, aún siendo niño se seguía ganando el respeto de los delincuentes juveniles cada vez que halaba el gatillo, a sus 20 años es acusado de raquetero, vendedor de droga y sicario.