¿Por qué tengo que estudiar? ¿Para qué me sirve aprender esto? Son algunas de las preguntas que se suelen hacer los estudiantes cuando no encuentran un sentido a la vida. Muchos escolares sienten que estudiar es una obligación impuesta por los adultos. Por ello, los padres deben buscar la manera de incentivar e incrementar el interés de los estudiantes por el aprendizaje.
Al respecto Aldo Sánchez, gerente de la Escuela de Liderazgo de la Organización Supera señaló “la falta de motivación es uno de los problemas que mayormente conlleva al fracaso escolar. Un estudiante desmotivado muestra menor interés por aprender, no encuentra utilidad a los conocimientos, mientras que un alumno motivado tiene mayor probabilidad de alcanzar sus metas educativas”.
Por ello, los padres son responsables de motivar a los niños en el estudio, el hogar es el principal modelo de valores, los padres tienen la oportunidad de guiar a sus hijos hacia una actitud de motivación y prepararlos para que se interesen y disfruten con el aprendizaje.
Si los padres les demuestran a sus hijos que estudiar vale la pena y que esto es importante, lo más probable es que los niños desarrollen actitudes similares. Además, debemos explicarles que el fracaso frecuentemente también es parte del proceso de aprendizaje, y deben dejarlos fracasar sin castigarlos. Los chicos que no temen fracasar están más dispuestos a aceptar los desafíos escolares y menos propensos a sabotear sus propios esfuerzos académicos.
Motivar a los hijos en el trabajo escolar no es encontrar en un momento determinado unas palabras mágicas ni prometerles un valioso regalo. Es, por el contrario, una actitud permanente y tiene que ver con la forma en la que los padres se comunican habitualmente con los hijos.
La Escuela de Liderazgo de la Organización Supera recomienda a los padres que desarrollen la convicciónde que cada uno de sus hijos tiene algo bueno, que crean en sus posibilidades, quetengan fe en ellos con el fin de que éstos puedan, como consecuencia, adquirirconfianza en sí mismos.
Asimismo, las recompensas materiales no son un mal aliado, pero debemos de usarlas con cautela. Cuando son pequeños, es fácil recompensarles con el elogio y los halagos, además les encanta. Cuando son algo mayores, prometerles un premio si al final del curso lo aprueban todo, no está mal, pero estas recompensas materiales deben desaparecer paulatinamente, no deben convertirse en un hábito para conseguir que estudie.
Es importante que los padres fijen metas en el estudio para su hijo, la meta debe ser alcanzable. Por ejemplo, aprobar todas las asignaturas del primer trimestre, aconsejamos (especialmente en niños pequeños) establecer objetivos a corto plazo (mejor centrarse en el trimestre que en las notas finales del curso). Una vez que su hijo alcance la meta, felicite su logro y refuerce su imagen personal de emprendedor.