Sobre la superficie de nuestro planeta caen alrededor de 100 toneladas de polvo y pequeñas rocas desde el espacio. La mayoría proviene de asteroides y cometas, pero hay partículas que vienen de más allá, desde una lejana galaxia.
Un reciente estudio, publicado en Physical Review Letters y dirigido por Dominik Koll, investigador en la Universidad Nacional Australiana en Canberra, ha descubierto lo que parecen ser los restos de una explosión de una supernova en la nieve de la Antártida. Los especialistas analizaron el polvo proveniente de la nieve antártica caída en los últimos 20 años con sofisticados espectrómetros y encontraron un exceso de hierro radiactivo.
Después de descartar que este proveniera de los miles de ensayos atómicos realizados en el siglo XX, se concluyó que su origen puede ser una explosión de supernova que roció el sistema solar.
Se encontró el llamado hierro-60, un isótopo originado en supernovas. Este se ha encontrado en materiales geológicos antiguos, como la corteza terrestre, e incluso en la Luna.
Cabe indicar que con esta prueba se puede asegurar que este isótopo está al día de hoy cayendo sobre la superficie de la Tierra.