El lagarto más grande del mundo ha sido rastreado científicamente, descubriendo sus secretos en cuanto a velocidad y resistencia que muy rara vez se encuentran en un reptil y que son más frecuentes en las especies de mamíferos.
Los dragones de Komodo alcanzan los tres metros de largo, poseen dientes curvos y dentados, lengua bífida, fuertes extremidades y una cola larga.
Sin embargo, lo que más llama la atención de esta especie de sangre fría es su fortaleza y tenacidad al momento de cazar grandes presas. Por ello, un grupo de científicos, liderado por Benoit Bruneau, director del Instituto Gladstone de Enfermedades Cardiovasculares, descubrieron un hecho interesante en su genética.
En este reptil en particular, sus adaptaciones genéticas, que implican la función de las mitocondrias, generadoras de energía que son fundamentales para controlar la función de músculos cardíacos y otros, pueden ampliar su capacidad aeróbica.
Como especies de sangre fría, los reptiles generalmente carecen de capacidad aeróbica, y se agotan rápidamente luego de realizar esfuerzos físicos, a diferencia de los mamíferos de sangre caliente. Los dragones de Komodo, una excepción entre los reptiles, pueden alcanzar un metabolismo cercano al de los mamíferos.
Fuente: Agencia Reuters