Hace tres años la región japonesa de Sendai, donde está ubicada la central nuclear de Fukushima Daiichi, se encontraba atestada de gente y trabajadores, hoy es una ciudad fantasma. Todos se han ido por temor a la radiación.
Por eso, las empresas niponas a cargo de limpiar la zona donde ocurrió el desastre nuclear, tras el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo de 2011, han optado por costear una fuerza laboral barata que no responde a beneficios sociales ni de seguridad.
Decidieron reclutar a mendigos e indigentes que se dirigieron a Sendai para buscar trabajo en la reconstrucción de la ciudad; sin medir el peligro, laboran en la remoción de escombros en la central nuclear de Fukushima y otros lugares afectados por la radiación.
"Los trabajadores legales han alcanzado los límites de radiación en Fukushima y no está permitido que continúen trabajando. Por eso, y para resolver esto es que mendigos e indigentes ponen en riesgo su vida y aceptar laborar aquí", explicó el vocero de una agrupación que ayuda a los sin hogar en Sendai.
Por 100 dólares al día, los mendigos e indigentes nipones trabajan en las zonas de riesgo a cambio de una habitación y de comida, que deben costear del sueldo que les entrega la compañía que los contrata.