No tener dinero, no es excusa para no estar a la moda y en los más populares mercados y ‘cachinas’ de la capital se han instalado boutiques callejeras, donde camisas o pantalones de segunda puesta se rematan a un sol. Lo único malo es que, a veces, los clientes deben ponerse las prendas en improvisados probadores que no son más que las carretillas de otros vendedores.
El Dominical