Muchos vemos los Juegos Olímpicos de Río 2016 como una oda al ideal de la perfección del cuerpo humano. Físicos trabajados, esbeltos y musculosos realizando toda clase de proezas físicas hacen que muchos, que no alcanzamos esta supuesta perfección, nos sintamos incluso apabullados.
Sin embargo, ello no tiene por qué ser así, y tal vez mostrarnos esa realidad haya sido el mérito más grande en la participación de la angoleña Teresa Almeida (28), portera del equipo de balonmano que, con su 1.70 m. y sus 98 kilos, terminó ganándose el corazón de quienes la vieron.
No solo fueron sus medidas (por encima del promedio en este deporte) las que sorprendieron en el primer partido que esta selección disputó con Rumania el pasado 8 de agosto, sino su habilidad, la que permitió que su equipo le ganara 23 a 19 a una selección con historia medallista.
Almeida hizo de las atajadas en lanzamientos de nueve metros, su especialidad, con un 54% de aciertos y una flexibilidad cautivara a quienes la vieron en acción, algo coronado por una enorme y bella personalidad.
“A mí me gusta mi cuerpo”, dijo luego a los medios la joven que lleva el 16 la espalda y su sobrenombre ‘BA’. “Por ser un poco más gordita y diferente que las demás tengo que trabajar duro y tener mucha fuerza de voluntad, pero estoy muy orgullosa”.
Ella manifestó que tal vez deba hacer algo de dieta, pero para entrar en el vestido de novia, pues se casará en diciembre. Lo cierto es que sólo le bastaron 10 de sus 59 minutos de juego para ganarse el amor del público brasileño.
“La abanderada de la grasa”, como se autodenomina, fue capaz de anular a la estrella rumana Cristina Neagu, máxima goleadora del mundial 2015. Y en los últimos minutos del partido, el público coreó “Yo soy angoleño, con mucho orgullo, con mucho amor”, adaptación de la canción de la hinchada brasilera.
“Estábamos un poco nerviosas al principio, pero con este público nos sentimos como en casa y vimos que podíamos ganar”, contó Almeida. Por su parte, el entrenador Filipe de Carvalho reconoció: “El público ayudó a impulsar a nuestro equipo”.
“Nos sentimos como en casa. Las jugadoras vieron que no estaban solas. Estoy muy sorprendido por el público”, acotó. Todo por la actuación de Almeida, un símbolo de estos juegos y del verdadero espíritu olímpico.