Conocido por la popular frase: “Verdaderamente, Este era el Hijo de Dios”, San Longinio fue un centurión romano conocido por ser el soldado que traspasó el costado de Jesucristo con su lanza, según cuenta el evangelio de San Juan.
Según las leyendas cristianas, el entonces soldado padecía de una enfermedad en los ojos que le hacía perder la visión; sin embargo, luego de perforar el costado de Cristo, una de las gotas de sangre y agua que brotaron de su cuerpo cayó sobre los ojos del centurión quien recuperó la vista.
Luego del milagro, el romano se convirtió al cristianismo y abandonó la carrera de soldado y decidió predicar el Evangelio. Pero cayó a manos de perseguidores de cristianos quienes lo llevaron a juicio y los decapitaron. La muerte de Longinio produjo un milagro, al ser decapitado, el gobernador que había sido anteriormente poseído por un demonio fue liberado de su influencia y realizó obras buenas.