Como si fuese un ciudad fantasma las calles de Hangzhou lucieron totalmente desoladas, luego de que el gobierno decidiera vaciarla para acoger la cumbre del G-20 del pasado fin de semana.
Sus habitantes abandonaron la ciudad por unos días para recibir a la veintena de jefes de Estado que llegaron a China para participar del encuentro. El 'Gigante asiático' dio vacaciones a sus funcionarios, ofreció descuentos en viajes y cerró fábricas.
En tanto, las autoridades chinas realizaron arrestos domiciliarios a los disidentes y activistas que se resistieron a la medida que promulgó el gobierno.