Durante los últimos meses, la difusión de casos extremos de maltrato infantil ha desatado la indignación en diferentes puntos del país. Un niño cusqueño de 4 años resultó con un brazo fracturado luego de que su padrastro le propinara una brutal golpiza; mientras que en el distrito del Rímac, un padre golpeó salvajemente a su hijo de 3 años solo porque este jugaba en el patio de su vivienda o el caso de un ciudadano francés que fue captado pateando a su hijo, luego de sorprenderlo miccionando en un establecimiento de un condominio.
El maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.
Fabrice Martinez se sumergió en las calles de Lima, para realizar un experimento sobre el maltrato infantil, ya que cada vez hay nuevos grupos de víctimas que reciben ataques frente a nuestros ojos, pero lo peligroso de esto es que hay testigos silenciosos que no hacen nada y se transformar prácticamente en cómplices de estos hechos, por eso salimos a medir nuestra capacidad de respuesta, nuestra responsabilidad como ciudadanos ante un maltrato a un menor.