Entre escenas de profundo dolor, y en medio de una multitud de pobladores, danzantes, familiares y amigos, fueron enterrados los cuerpos de las dos niñas ultrajadas y asesinadas en Andahuaylas, Apurímac. La ceremonia se realizó en el cementerio La Sagrada Familia.
Tras el velatorio, policías y familiares condujeron los féretros por las principales calles de la ciudad hasta llegar a la iglesia de San Pedro, donde se realizó la misa de cuerpo presente. Cientos se reunieron en las afueras del templo en la Plaza de Armas.
El ataúd de una de las menores recibió una despedida especial por parte de la Asociación de Negrillos El Porvenir. Durante el recorrido, amigos y familiares con pancartas y megáfonos exigían justicia y la máxima sanción para Maicol Oscco Quispe, autor del brutal y execrable crimen.
Una vez llegados al cementerio, ambos ataúdes fueron enterrados en medio de llantos y tristeza.