La mañana del lunes, Pucusana amaneció completamente inundada tras el desborde del río Chilca, dejando calles convertidas en ríos y viviendas bajo un metro y medio de agua y lodo. La magnitud del desastre fue tal que la garita de ingreso al condominio “El Pino” quedó sumergida, evidenciando la gravedad de la situación. Con el distrito aislado, las puertas del condominio fueron abiertas para permitir el tránsito de vehículos y conectar a los pobladores con el exterior.
Los residentes afectados se vieron obligados a tomar medidas desesperadas, algunos incluso pagando grandes sumas de dinero para evitar que sus propiedades fueran arrasadas por la corriente. El alquiler de camiones para colocar desmonte como barrera contra el agua oscilaba entre 180 y 200 soles por volquetada, con una necesidad mínima de ocho cargas por vivienda. Para muchos, este evento es solo un preludio de un desastre aún mayor, similar al que golpeó la localidad en 2023.
A pesar de que el cauce natural del río Chilca está lejos de Pucusana, el desvío de su curso en la década de 1940 ha condenado al distrito a sufrir constantes inundaciones. Según el alcalde de Pucusana, el problema radica en que el agua no tiene una salida natural al mar, sino que sigue un desvío establecido hace décadas. Además, algunos pobladores señalan que, aunque existe una resolución de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) que establece la ruta adecuada para el cauce, esta no se respeta.
VECINOS TEMEN TRAGEDIA
El alcalde del distrito de Chilca también denunció que ciertas empresas han redirigido el agua hacia Pucusana, sin considerar las graves consecuencias para ambas jurisdicciones. Mientras tanto, los vecinos de Pucusana viven con el temor de que una nueva crecida del río pueda provocar una tragedia aún mayor, poniendo en riesgo la vida de miles de personas.