En los años 80’s, las cárceles donde se encontraban varios terroristas purgando condena se habían convertido también en escuelas de adoctrinamiento donde se planeaban múltiples atentados.
En el penal Miguel Castro Castro que era ocupado por hombres y mujeres, los senderistas plasmaban en las paredes imágenes de Abimael Guzmán, portaban banderas con la hoz y el martillo y entonaban himnos propios de su lucha sangrienta, terrorífica y criminal que acabó con la vida de miles de inocentes.
El 4 de marzo de 1982, los terroristas atentaron contra el penal de Huamanga con cargas de dinamita arremetiendo contra policías y otros reos que se encontraban al interior del recinto.
El 18 de junio de 1986, un amotinamiento de los senderistas en la cárcel del Frontón, acabó con la vida de tres marinos. La situación en este penal era la misma que en otros, los reos tenían el control absoluto de esta prisión y desataron un enfrentamiento con las autoridades.
Así fue Sendero Luminoso, agrupación terrorista que no se doblegó aun estando tras las rejas y por el contrario mostró su empoderamiento y sangre fría en las que lejos de ser sus cárceles se convirtieron en sus refugios.