El Papa Francisco presidió la misa de Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, la cual estuvo abarrotada por miles de personas, quienes llegaron con ramos de palmas y flores entre las manos.
El Sumo Pontífice dio inicio a las celebraciones por Semana Santa con un llamado de atención al mundo sobre el drama que viven cada día los miles de refugiados y la indiferencia que padecen.
"Jesús experimenta en su propia piel también la indiferencia, porque nadie quiere asumir la responsabilidad de su destino. Y pienso en mucha gente, en muchos marginados, en muchos prófugos, en muchos refugiados", dijo Francisco.