Siempre fue su gran sueño desde que era niña, se llama Lin Ching Lan y su mayor anhelo era bailar, pero debido a que nació con una discapacidad auditiva severa le dijeron una y otra vez que nunca podría ser una bailarina. A pesar de ser rechazada por muchas escuelas de baile, Lin continuó con sus planes y aprendió que aunque ella no puede oír la música, podía sentirla y ser capaz de hacer lo mismo que cualquier otra persona.
“El hecho de que no puedo escuchar ¿significa que no puedo bailar? pero aun así, nunca me di por vencido con mi amado baile”, comentó la talentosa artista.
Tras años de lucha y arduo entrenamiento, Lin ha llegado a ganar premios en Olimpiadas para sordos de Taipei, ganarse el papel principal en una película taiwanesa y fundar la primera compañía de danza de Taiwán para bailarines con discapacidad auditiva.