De videojuegos polémicos ya se sabe tanto que probablemente se podría escribir un libro recapitulando su mejores episodios. Lo que ocurre cada vez que un juego indigna a cierto grupo humano es tan espectacular que se podría decir que todos esperamos con ansias un nuevo capítulo.
Naturalmente, muchas empresas desarrolladoras, han entendido de qué trata el negocio de la polémica y se juegan el todo para ser la próxima protagonista de la novela. Pues bien, la estrella de la controversia esta vez se llama ‘Fight of Gods’ (Pelea de Dioses).
El juego fue anunciado para la plataforma digital Steam, y no necesita mayor explicación. Al estilo de los títulos de combate como ‘Street Fighter’, este juego tiene entre sus deidades ansiosas de repartir golpes a Buda, Moisés y ...Jesucristo. Simple y directa forma de provocar terremotos.
La fórmula también ha resultado tan eficiente que el videojuego ya fue prohibido en Malasia. El resultado ha sido notable: tras el lanzamiento, la Comisión Malaya de Comunicados y Multimedia bloqueó el acceso a nivel nacional a la plataforma Steam, con pronunciamiento incluido.
“El videojuego degrada las religiones y los líderes religiosos, estableciendo una gran amenaza para la unidad racial y la armonía”, dijo el ministro Salleh Said Keruak. Fueron días en los que ningún malayo pudo acceder a ninguno de los muchos juegos que ofrece Steam.
El hecho fue tan serio que obligó a la empresa Valve, propietaria de dicho espacio, a entablar diálogo con el Gobierno y levantar, al menos en parte, la censura. “Hemos contactado con los desarrolladores y eliminado el juego. Nos disculpamos por cualquier inconveniente”, dijeron.
Tras el anuncio hecho por el jefe de comunicación de la empresa, Doug Lombardi, el público de Malasia puede ingresar normalmente a Steam, aunque por supuesto, sin ningún acceso a ‘Fight of Gods’. En su afán por generar polémica este título ha abierto las puertas de un debate mayor.
¿Cuáles son los límites en que un Estado puede intervenir respetando la libertad de expresión? ¿Tiene límites dicha libertad? ¿Es válido legislar en salvaguarda de una creencia religiosa? Algo es seguro: esta no será la última vez que escuchemos de Fight of Gods.
