En exclusiva, una trabajadora sexual revela la brutalidad que viven tras ser captadas por mafias de prostitución operando en el jirón Risso en Lince. "El primero advierte, después actúa. Si la chica no le da, él viene y les tira balazos por las piernas. La segunda advertencia les pegan y la tercera la matan", declaró. Lo que parece una escena de película de terror es la realidad diaria de más de 100 mujeres peruanas y extranjeras atrapadas en una guerra infernal en la zona más peligrosa de la capital.
Esta cruda realidad ha salido a la luz nuevamente tras un atentado en el cruce de la avenida Petit Thouars y el Jirón Risso. Un sicario atacó a balazos a un grupo de extranjeros, entre ellos un vendedor de arepas, quien sería un aparente proxeneta. "Esa víctima es parte de la mafia del Tren de Aragua, usan fachadas como vendedores de arepas y anticuchos", señaló la trabajadora.
PELEA DE BANDOS
Tras la caída de cabecillas como alias "Mamut" y "Armando", dos bandos se disputan el liderazgo del proxenetismo en Risso: "Puros Hermanos Sicarios" liderados por Freddy Toro alias "El Chivo" y la banda de "Los Injertos" conformada por peruanos y remanentes del Tren de Aragua liderados por Eddy Valencia alias "El Chavo". Alias "El Chivo" es conocido por haber asesinado a una meretriz en Lince en 2022, mientras que alias "El Chavo" tiene un largo historial de denuncias y se le atribuye el asesinato de otra meretriz en el mercado Lobatón.
Alias "El Chavo" está ganando terreno en Risso, donde el proxenetismo genera ganancias ilícitas anuales de 1,300 millones de soles. "El Chavo les corta la cara, les corta el cabello, las extorsiona y las mata. Ya han matado a tres en lo que va del año", relató la trabajadora. Estas muertes no son reportadas oficialmente, pero se estima que el año pasado 79 mujeres fueron asesinadas o desaparecidas en esta zona.
Estos criminales camuflan su delito de proxenetismo bajo falsos servicios de masajes, ofreciendo servicios presenciales y virtuales a través de números de WhatsApp. Engañan a menores extranjeras, principalmente venezolanas, a quienes les cobran deudas impagables. "Ahí ponen a las más jóvenes, de 15 a 16 años, extranjeras para tener bajo control a sus víctimas", añadió la trabajadora.
Las mafias controlan a las mujeres a través de cámaras de seguridad instaladas en los hoteles de la zona, monitoreando las ganancias que deben entregar. Las autoridades necesitan el apoyo de la Unidad de Inteligencia Financiera para rastrear los flujos de dinero y atacar el patrimonio de estas organizaciones criminales. El año pasado, más de 250 personas fueron detenidas con el apoyo del Ministerio Público, pero los plazos se cumplen y los líderes siguen comunicándose incluso desde prisión.
Esta guerra, que parece no tener solución, sigue tiñendo de sangre las calles del país.
